Por Tesa Vigal
Suele pasar que las personas que creen en una base lógica del mundo, no puedan relativizar ni reírse de sí mismos, o tienen enterrado su lado infantil, no encuentren la gracia a las películas de los hermanos Marx. No es de extrañar. El humor de los hermanos Marx pone cualquier base sensata patas arriba, dando la vuelta a un mundo supuestamente regido por lo racional y desvelando así su base esencialmente emotiva, inconsciente y en muchos casos absurda.
Suele pasar que las personas que creen en una base lógica del mundo, no puedan relativizar ni reírse de sí mismos, o tienen enterrado su lado infantil, no encuentren la gracia a las películas de los hermanos Marx. No es de extrañar. El humor de los hermanos Marx pone cualquier base sensata patas arriba, dando la vuelta a un mundo supuestamente regido por lo racional y desvelando así su base esencialmente emotiva, inconsciente y en muchos casos absurda.
Y lo hacen con el ludismo sabio de los niños, con
una alegría en la que caben la ironía y el surrealismo, sin ningún tipo de
prejuicios y, por supuesto, donde no cabe lo políticamente correcto.
En sus escenas más memorables se cuestiona de dónde
sale este tinglado donde estamos metidos, y que nos tomamos tan en serio como
si no hubiera más alternativa. Algo que siempre deberíamos tener en cuenta para
relativizar las bases de cualquier cosa, quizá sobre todo de esas que más nos
hacen sufrir, o que parecen inamovibles en nuestra vida o en las circunstancias
que nos rodean.
Sus personajes son siempre
"personajes", es decir esas personas que no se sabe de dónde salen,
con cierto olor marginal aunque también se ríen del lado dramático de lo
marginal. Que tienen ideas o comportamientos peregrinos, de tan personales, y
que se escapan a cualquier tipo de clasificación volviendo divertido, insólito,
estimulante o enriquecedor el momento y el lugar donde aparecen.
Aquí me limitaré a recordar o
descubrir algunas de sus escenas y frases memorables, para que hablen por sí
mismas. Algunas muy famosas. Un camarote diminuto donde quiere entrar todo tipo
de gente, quizás precisamente por eso. Desde un fontanero a una manicura (a la
que Groucho pide que le deje las uñas cortas porque va faltando sitio), pasando
por una recua de camareros con bandejas innumerables y una pasajera que
pregunta por su tía. "Pase, pase y búsquela entre la multitud" le
responde Groucho invitándola a pasar. Hasta que finalmente salen todos
despedidos al abrirse la puerta por última vez.
Nada se da por supuesto. Todo se
mueve. De arriba abajo y de abajo arriba pasando por los lados y aledaños.
Seguir un rastro alocadamente o seguir un rastro alocado. Focas con chapa identificadora y el mudo quitándose un traje para descubrir bajo ese traje otro
traje y debajo de ese traje otro traje y debajo de ese traje... En el camarote diminuto,
Groucho descubre dentro de su enorme baúl al mudo durmiendo, enroscado como un
gato. Le contempla y dice: "Y pensar que cuando le conocí creí que era un
ser humano...".
En "Pistoleros de agua
dulce" estas son algunas buenas preguntas para conocer a alguien:
"¿Es cierto que se va a divorciar en cuanto su marido recobre la vista?¿Es
cierto que antes era bailarina en un circo de pulgas?". Y cualquier asunto
está relacionado con cualquier otro y con todo lo demás. En "Sopa de
ganso": "Es un asunto bastante amplio. Y usted también es bastante
amplia. Será mejor que se largue, he oído que van a construir unas oficinas en
el terreno que ocupa. Se puede ir en taxi. Si no consigue uno, se puede ir
indignada. Si es pronto, váyase dentro de un minuto. ¿Sabe que no he dejado de
hablar desde que he llegado? ¿La habrán vacunado con la aguja del
tocadiscos?".
Justo antes del célebre diálogo de
besugos sobre el absurdo incomprensible del lenguaje legal de los contratos
("la parte contratante de la primera parte es a la parte contratante de la
segunda parte etc...") Chico pregunta "¿ha dicho usted algo".
Groucho: "Nada que merezca la pena oírse". Chico: "Será por eso
que no he oído nada". Groucho: "Será por eso que no he dicho
nada".
En la escena inicial en un
restaurante: "Esa mujer... ¿Sabe por qué estaba con ella? Porque me
recuerda a usted. Por eso ahora estoy con usted. Porque usted me recuerda a
usted. Sus ojos, su garganta, sus labios, todo en usted me recuerda a usted,
excepto usted. Creo que está bien claro. ¡Que me ahorquen si lo
entiendo!".
En la escena de las camas a la llegada
del barco a Nueva York, vuelven loco a un policía cambiando de sitios las camas
y los muebles de una habitación a otra, según van cruzando puertas. ¿Hay camas
o no hay camas? ¿qué es una habitación? ¿para qué sirven las puertas? ¿es la
obsesión de un policía las camas y derivados? Son algunas de las preguntas con
toda clase de respuestas.
¿Para qué seguir? Hay niebla y además
llego tarde. No sé dónde voy, pero debería darme prisa sobre todo si ya he
llegado, porque es urgente saber qué suelo estoy pisando, de qué color son las
paredes, hacia dónde se abren las puertas, cuántas hay y en qué dirección sopla
el viento que me no sé dónde. Seguramente el suelo es el techo y yo debo estar
flotando. Pero siempre existe la posibilidad de atrapar un taxi que pase por
allí camino de cualquier parte, tomarme otro café, convertirme en caballo, o
salir al escenario del que nunca he salido. Cada huevo duro que te comes tiene
sorpresa dentro. Sólo hay que partirlo por la mitad y mirarlo atentamente.